viernes, 15 de enero de 2016

Y comieron perdices



Y la vida los junto. Vivieron muchos años después de que el biógrafo se fue y ya no escribió su historia para la posteridad animada. Aquel amor fuerte que los había unido se fue desgastando y nadie lo notifico.

El tomo ciertos tintes de poder por sobre ella, ahora unidos sin más remedio por los sagrados votos. Ella, soñaba con un príncipe, vio estallados sueños de cristal ante el primer golpe. El llamo natural a la ley de sometimiento. Ella no se resistió.

Hubo tiempos donde él fue atento y benévolo llenándola de regalos. Ella se tomó el atrevimiento de pedir más. El solo hizo oídos sordos. Ella insistió. El la reprimió con regaños.

En otras épocas él era duro y frio sin darle más que sustento. Ella vivió en la ensoñación de los tiempos pasados mientras vestía harapos. El disfrutaba de todos los deleites de la vida sin arrepentimiento. Ella soporto lo que pudo hasta que se rebeló. El tomo medias drásticas y al golpeo de manera brutal. Ella protesto hasta donde soporto.

Después de un tiempo el la volvió a llenar de regalos. Ella acepto las migajas como un triunfo. Él le pedio completa obediencia. Ella lo acepto como un dios. Él le pidió que lo defendiera a cualquier costo. Ella marco su cuerpo con su nombre.

Él siempre fue monarca. Ella siempre fue plebeya. Él se convirtió en guía. Ella se convirtió en sierva. Él se tomó todos los poderes. Ella se los entrego. Él le compartió un poco de diversión y placer. Ella los tomo como regalo. El, siempre tan estado. Ella, simple pueblo anestesiado.

                                                                                                                                                            Acido Literal