jueves, 25 de agosto de 2016

Cubo Rubik

Nacemos cubos desarmados. Seis caras, seis colores y un completo caos de sensaciones nos atraviesan desde un inicio. Las manos de aquellos que llamamos familia tratan de dar forma a ciegas a un ser de colores definidos. Manos cálidas, pero torpes a la hora de manejar algoritmos no llegan a ordenar ningún color.
Nos mandan así, llenos de amor pero cojos y tuertos, torcidos desde el inicio, a una institución para que nos terminen de moldear. Depositan su confianza en que podremos salir con al menos alguna cara completa.
Maestros con caras armadas y perfectas en su sabiduría nos manipulan de a poco. Un maestro, un docente, un color. Pero desarman de un lado lo que se arma de otro. Se frustran. Nos frustran. Y faltándonos uno, dos o varios cuadraditos de color por lado salimos a la vida.
Algo más formados, guardamos el cubo en nuestro pecho mostrando la cara mejor armada. Aquella que nos deje mejor parados.
El trabajo manipula sin piedad tratando de armar un solo lado sin importa que queramos. El estudio hace lo mismo por su lado. La sociedad nos exige perfecciones que se acomoden a su estándar. Las manos del amor se divierte probando pases ilógicos, yéndose cuando se aburre.
Cada ser pasa y prueba en cubos ajenos aquello que no se atreverían a hacer a los suyos propios. Movimientos heredados, practicas aprendidas, algoritmos escuchados de oído. Los demás juegan con lo ajeno.
Y sin embargo, a veces paramos a observar en que caos hemos quedado. Tantas manos y tan poco conocimiento. Tanto manosear sin llegar a nada. Allí, en la soledad de nuestro cubo, comenzamos a mover cada arista para desarmarnos, volver a armarnos y otra vez salir.

Acido Literal

Me gustaría creerte

Me gustaría que tomes forma humana, sociedad. Quisiera verte a los ojos de miles de millones de ojos y creerte. Creerte con el corazón conmovido de verdad de que lo que me estas ofreciendo es verdad. Ya no soporto la absurda lógica que implementas, los sin sentido que arrojas al aire para que los tomemos.
Me cuesta creerte con tu forma atomizada de cuerpos que se alejan como átomos que ya no pueden mantenerse unidos. Es sentir que tu fin está cerca. Cada célula de tu ser disgregada en un individualismo extremo pronto a pulverizarse en la nada.
Quisiera ser como un niño y creer que de verdad esta absurda existencia pasatista de consumo es el verdadero sentido por el cual nací. Que recuperen ese valor perdido los papeles que extienden tus instituciones. Como puede ser que se sientan tan orgullosos algunos? Donde radica la superioridad de su ser cuando viven la rutina que los consume?
No te soporto sociedad. Esos ataques bipolares que tenes, esa crisis perpetua que no garantiza nada. Tus lujurias semi satisfechas que no terminan en nada. Cada célula no evoluciona, no crece, se mantiene estática porque le enseñaron a ser así.
Por qué me siento tan fuera de vos? Por qué no me puedo adaptar a aceptar el designio nefasto que propones con una sonrisa? No puedo entender cómo te mantenes unida de una manera tan ilógica. Qué sentido tiene la repetición de tus actos huecos que no permiten ese final tan anunciado.
Nacer, crecer, reproducirse y morir. Nada de superación en la rueda del tiempo. No llegaste a nada importante y creciste como si fueras un leviatán. Cada persona creyendo ciegamente en vos sin cuestionarse nada. La evolución social detenida en los relojes de los nuevos celulares. La repetición de esclavos y esclavistas en vos. Las falsas promesas de futuro. La mentira de una igualdad que nunca se ve. Las limosnas a los desechos que necesitas. Todo armado de una manera aberrante.
Tal vez, sociedad, me gustaría creerte porque estoy dentro tuyo y no puedo verte. Seguramente sea un cáncer que arregles con extirpándolo. O puede ser que me deshaga comido por una rutina que acepte sin ser feliz, viendo a mi alrededor como aceptan su destino mis pares. Tal vez, tu mayor virtud, sea doblegar a los que se creen ingobernables.
Acido Literal