Hoy estoy enfrente a
ustedes para comentarles cosas que, quizás, no les interesen. Soy
nacido en el 85, siendo la una de las primeras generaciones nacidas
en democracia. De clase media baja. Laburante y estudiante para tener
un futuro mejor. Mirando al frente. Pero si dijera que todo eso
define mi identidad seria absurdo y falso. Mis vivencias, mis
historias, mis recuerdos son también parte de mi identidad.
Hay una frase, que me
dijo mi viejo una vez, que quedo grabada: “nunca olvides”. Siendo
mas chico, pensé que tal vez era el rencor de un matrimonio fallido,
de las experiencias de laburante vividas en la década del 90, o los
reveses que le dio la vida lo que lo hacían enunciar esa frase.
Pero el paso por la
vida me hizo volver una y otra vez hacia esa frase que había dicho
mi viejo, dándole una significado mas amplio. “Nunca olvides”
dejo de ser singular, de una sola vida, para pasar a ser plural y
parte de una sociedad. “Nunca olvides” la historia de tu país,
la versión de los vencedores y la de los vencidos. “Nunca olvides”
tu infancia y quienes te acompañaron. “Nunca olvides” aquellos
gobiernos que quisieron pasar por sobre tus derechos. “Nunca
olvides” lo agravios recibidos gratuitamente por alguien. “Nunca
olvides”.
Memoria, y no rencor,
es lo que aprendí a tener. Memoria de un pasado argentino para saber
cual es mi identidad en sociedad. Memoria de la vivencias pasadas,
propias y ajenas. Porque son parte de mi y mi responsabilidad es
recordar. Como argentino y como ser humano.
Y entonces fue cuando
me di cuenta del panorama completo de lo que es vivir en un lugar, en
una sociedad. Recostado tuve un sueño, mejor dicho, una pesadilla
que no voy a olvidar. Cerdos bigotudos y con jinetas devorándose a
un pueblo con la aprovacion silenciosa de la sociedad. Civiles que se
frotaban las manos con las ganancia y la sangre derramada. El
vitoreo, como si se tratara de un partido de fútbol, de una guerra
vergonzosa. El ciudadano panqueque, que hoy te odia y mañana te ama.
En un torbellino cambian en el aspecto, pero no en esencia.
Obediencia debida y punto final. Un cerdo patilludo entregando
indultos al por mayor a aquellos que estaban marcados con la sangre
de inocentes. La indignación ignorada por la plata dulce.
Cuando salí de esa
pesadilla, me levante indignado, con lágrimas en los ojos. Viendo
una generación dañada por el desinterés y la frivolidad de los 90.
Escuchando discursos repetidos sin pensar. Opiniones vacías de
contenido, misóginas y xenofobicas, sin entender de donde vienen.
Opiniones oscuras dichas como grandes verdades. Dejan su estatus
subjetivo y se vuelven axiomas.
Hoy decido no
pertenecer a esa clase, estar acá y formar parte, como la memoria de
cada uno forma parte de mi.
Porque son parte de mi
los 1.500 obreros fusilados en la patagonia trágica. Son parte de mi
los fusilados de Jose Leon Suarez. Son una parte importante de mi los
30.000 desaparecidos y los miles de soldados argentinos que pelearon
en Malvinas. Son parte de mi los 39 muertos de diciembre de 2001. Son
parte de mi Kosteki y Santillan. Son parte de mi Luciano Arruga y
Jorge Julio Lopez. Cada vez que el estado use sus fuerzas para
someter e intimidar, ahí estaré yo memorizando y recordando. Porque
un país sin memoria, es un país vacío. Porque no puedo dejar de
indignarme, cuando leo, pienso y veo el curso de la historia. Porque
quiero dejar de ser yo, ciudadano común y corriente, para ser
nosotros, pueblo argentino. Porque no puedo estar de frente a todos
ustedes sin que me den ganas de gritar, con voz en cuello: NUNCA MAS.
Ácido Literal
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