Recuerdo
como fue la primera vez que me trajeron a este lugar. Bah, el primer motivo por
el cual me trajeron. Estaba confiado y seguro de que podía llegar a volar. Sabía
que debía, primero entablar confianza con los vientos y extender los brazos,
mientras hacía equilibrio en el borde de un edificio alto. Cuando la relación
fuera buena, solo dar un paso al vacío y salir volando. Pero la gente común
suele asustarse demasiado cuando ven a alguien tratando de hacer equilibrio en
el piso treinta de un edifico, llamando a todo tipo de autoridades protectoras.
Sedado y atado para proteger mi integridad llegue a este lugar.
En algún
momento del día desperté y me dirigí por el pasillo al patio. Parado en la
puerta de salida, armando un cigarrillo, se encontraba un hombre moreno entrado
en años y con una barbar raída y encanecida.
-
Ya estas mejor?- me pregunto y asentí en silencio- Queres?
Me ofreció
el paquete de tabaco con el papel y los filtros. Acepte la invitación y comencé
a armarme uno.
- No, el miedo es para los cobardes- Respondí despectivo.
- No, el miedo es para todos. Los cobardes solo se paralizan, los valientes los enfrentan. Los únicos que no tienen miedo son los locos.
- Por eso termine acá.- conteste sin dar mucha importancia.
- Es interesante el tema del miedo, podes crear toda una sociedad en torno a él. O las sociedades son creadas por él? A veces me pongo a pensar si no seremos todos cobardes que solo buscan la seguridad de lo que está garantizado. Una garantía para no temer.
- No temer, todos temen, por eso se juntan, por cobardes. Y mantienen lo que hay por miedo a lo nuevo que podría venir. No estarías descubriendo nada nuevo.
- Es verdad, no es nada nuevo. Dicen que una de las sensaciones naturales del hombre es el miedo. Si vos a un chico le sacas el estado de equilibrio, de paz, se sobresalta y tiene miedo. Conoces la teoría de como aprende el hombre?
- A los golpes?- Conteste y el moreno rio con ganas.
- No, dicen que el universo de conocimiento de un hombre necesita de saberes cuando su mundo entra en un estado de desequilibrio. Aprende cuando no hay una paz reinante en su cabeza. Si te paras en la calle, vas a ver a zombis descerebrados tratando de no enfrentar sus miedos llevando a cabo aquello que creen que trae estabilidad… pero cuando todo se desmorona, cuando la mentira deja paso a la realidad, pierden los estribos. Se vuelven locos, sale a anestesiarse con lo que puedan... drogas, alcohol, sexo, televisión… entretenerse para no afrontar sus miedos.
- Es lo que hacen los cuerdos no?
- Si, o los que se creen cuerdos…
- Y ya descubriste de que miedos no quieren enfrentar?- debo admitir que estaba resultando interesante el sujeto
- No exactamente, pero creo que de la tristeza, el fracaso y la muerte. No se dan tiempo para la angustia y la tristeza, tienen que ser felices y serlo ya. No pueden tener un traspié en sus vidas, ni parar a aprender de lo que les sucedió. No hay motivos para volver a confiar en otros, ni tirarse a no hacer nada, ni reflexionar. Toda tristeza es aplacada. Toda angustia es llenada por algo más. Toda muerte es impensada.
- Pero nadie quiere saber qué se va a morir, entonces es lógico no pensar en eso-
- Todos vamos a morir, no pensar en la muerte es una cosa, negarla para disfrutar en la eternidad es otra cosa. Si todos vamos a morir, cada momento o instante de vida es algo que se llena de encanto para ser disfrutado y pensado y traspuesto en una experiencia a ser comentada y compartida con los demás. Toda perdida es morir un poco y cada segundo que pasa es un segundo perdido.
- O sea que vos estás perdiendo vida en este momento- comente con algo de sorna.
- Pero estoy ganando en entendimiento- agrego con una sonrisa.
- Entonces… vos le temes a algo?
- Si, a salir allá y convertirme en uno de ellos.-
Un dejo
de tristeza cruzo por sus ojos. Me daba gracia que pensara en el afuera, estábamos
acá adentro y no nos iban a dejar salir. Entones empezó a caminar hacia la
salida, tranquilo y con calma. Paso a paso. Podría jurar que vi temblar sus
manos mientras cruzaba el jardín hacia la entrada y salía sin más. Los de
seguridad ni se dieron cuenta que el hombre salía por la puerta, casi como un
fantasma. Cuando me di cuenta que uno de los internados que estaba cerca
mirando al hombre salir, le dije con una media sonrisa.
-Este que puedo salir, no vuelve más-
- No, creo que va a volver- me dijo sin darme mucha importancia- es el doctor.
Volví a
mirar esa figura que se iba perdiendo ya fuera del predio. Apague el pucho y me
puse a temblar.
Acido
Literal
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