lunes, 14 de marzo de 2016

Viviendo a destiempo (estúpidos idiotas IX)



Era una fría madrugada de invierno. Había logrado dormir un par de horas entre velos y fantasmas, así que me encontraba de bastante buen humor para ver el amanecer. Sin la insistencia de los insectos de verano, tome la frazada y salí al patio a buscar un buen banco para observar los destellos del comienzo del día. Me lleve una sorpresa al descubrir que alguien ya ocupaba el banco con la mejor vista, me hubiera gustado disfrutarlo solo, pero tampoco me iba a negar de algo de compañía. Me senté y el sujeto pareció ignorar mi presencia. A pesar de ello comenzó a hablar como si yo lo escuchara. Habría deseado que no, pero lo escuche.

“es difícil llegar a tiempo en la vida. Uno cree que usando un reloj, una planificación o los horarios de cualquier medio de transporte uno llegaría a tiempo, pero es mucho más complejo. Por ejemplo este amanecer que aguardamos, si llegáramos a destiempo ya seria de día y nos hubiéramos perdido el espectáculo de la naturaleza.
Yo recuerdo que siempre llegue a destiempo. Caía muy temprano a las fiestas, por lo que tenía que ayudar en la preparación o muy tarde, por lo que tenía que comer y tomar las sobras. Nunca en el momento justo. Correr los colectivos, perder charlas importantes, citas, todo por llegar mucho después. Cualquiera diría que solo soy impuntual solamente. Pero muchas veces llegue antes y sufrí, como en el amor.
En el amor, llegar tarde tiene ese dolor de haber perdido la oportunidad de estar con alguien que ya está con otra persona. Es ver de lejos una persona maravillosa que es inalcanzable por el simple hecho de que otro ya gano su corazón. Pero uno se resigna, y piensa que, tal vez, el otro se lo  merezca. Ya viene la mano barajada así y tiene que aceptarse.
Llegar temprano es el peor de los tormentos. No cree? Llegar temprano es estar antes de que esa persona lo pueda aceptar como algo más que un simple “quitapenas”. Uno se vuelve una botella de la cual beber hasta no quedar nada y ser tirado a un costado cuando la otra persona se siente preparada para seguir camino. Duelos no terminados, falta de madurez, rechazo de otros, uno se vuelve un reparador de muñecos de porcelanas. Si tiene la misma suerte que yo, termina aceptando que es un simple titiritero arreglador y se entrega con pasión a arreglar aquello que otros rompieron a sabiendas de que no va a disfrutar del trabajo terminado. Ni el primero, ni el último, solo uno más. Pero qué pasa cuando el titiritero es el que está roto?  Nadie piensa en quien lo arregla. No, eso no importa, el titiritero se arregla solo. Esa es su forma de vida.
Entonces, por llegar a destiempo a todo, se llega a este momento. Intentar contemplar un amanecer aunque sea. Solo, mal ensamblado, y sin quitapenas que tomar. Así es la vida del que vive realmente a destiempo.”

Cuando termino, cayó profundamente dormido, cuando los primeros rayos comenzaban a salir. Aquel hombre harapiento se había perdido otro amanecer. Lo tape con la frazada, y mientras contemplaba los primeros rayos de sol reflexione. Todos hemos llegado a destiempo, demasiado tarde, demasiado temprano, pero hemos pensado que nuestra participación fue algo realmente importante. Que sirvió para algo. Pero puede ser que esa ilusión sea la que nos tape los ojos de que en realidad somos “quitapenas” de otros, mientras otros lo son de nosotros, sin darnos cuenta del círculo vicioso en que estamos metidos. Contemple el amanecer y decidí seguir ignorando.

Acido Literal

No hay comentarios: