Era una
fría madrugada de invierno. Había logrado dormir un par de horas entre velos y
fantasmas, así que me encontraba de bastante buen humor para ver el amanecer.
Sin la insistencia de los insectos de verano, tome la frazada y salí al patio a
buscar un buen banco para observar los destellos del comienzo del día. Me lleve
una sorpresa al descubrir que alguien ya ocupaba el banco con la mejor vista,
me hubiera gustado disfrutarlo solo, pero tampoco me iba a negar de algo de compañía.
Me senté y el sujeto pareció ignorar mi presencia. A pesar de ello comenzó a hablar
como si yo lo escuchara. Habría deseado que no, pero lo escuche.
“es difícil
llegar a tiempo en la vida. Uno cree que usando un reloj, una planificación o
los horarios de cualquier medio de transporte uno llegaría a tiempo, pero es
mucho más complejo. Por ejemplo este amanecer que aguardamos, si llegáramos a
destiempo ya seria de día y nos hubiéramos perdido el espectáculo de la
naturaleza.
Yo
recuerdo que siempre llegue a destiempo. Caía muy temprano a las fiestas, por
lo que tenía que ayudar en la preparación o muy tarde, por lo que tenía que
comer y tomar las sobras. Nunca en el momento justo. Correr los colectivos,
perder charlas importantes, citas, todo por llegar mucho después. Cualquiera diría
que solo soy impuntual solamente. Pero muchas veces llegue antes y sufrí, como
en el amor.
En el
amor, llegar tarde tiene ese dolor de haber perdido la oportunidad de estar con
alguien que ya está con otra persona. Es ver de lejos una persona maravillosa
que es inalcanzable por el simple hecho de que otro ya gano su corazón. Pero uno
se resigna, y piensa que, tal vez, el otro se lo merezca. Ya viene la mano barajada así y
tiene que aceptarse.
Llegar temprano
es el peor de los tormentos. No cree? Llegar temprano es estar antes de que esa
persona lo pueda aceptar como algo más que un simple “quitapenas”. Uno se
vuelve una botella de la cual beber hasta no quedar nada y ser tirado a un
costado cuando la otra persona se siente preparada para seguir camino. Duelos
no terminados, falta de madurez, rechazo de otros, uno se vuelve un reparador
de muñecos de porcelanas. Si tiene la misma suerte que yo, termina aceptando
que es un simple titiritero arreglador y se entrega con pasión a arreglar
aquello que otros rompieron a sabiendas de que no va a disfrutar del trabajo
terminado. Ni el primero, ni el último, solo uno más. Pero qué pasa cuando el
titiritero es el que está roto? Nadie
piensa en quien lo arregla. No, eso no importa, el titiritero se arregla solo. Esa
es su forma de vida.
Entonces,
por llegar a destiempo a todo, se llega a este momento. Intentar contemplar un
amanecer aunque sea. Solo, mal ensamblado, y sin quitapenas que tomar. Así es
la vida del que vive realmente a destiempo.”
Cuando
termino, cayó profundamente dormido, cuando los primeros rayos comenzaban a
salir. Aquel hombre harapiento se había perdido otro amanecer. Lo tape con la
frazada, y mientras contemplaba los primeros rayos de sol reflexione. Todos
hemos llegado a destiempo, demasiado tarde, demasiado temprano, pero hemos
pensado que nuestra participación fue algo realmente importante. Que sirvió para
algo. Pero puede ser que esa ilusión sea la que nos tape los ojos de que en
realidad somos “quitapenas” de otros, mientras otros lo son de nosotros, sin
darnos cuenta del círculo vicioso en que estamos metidos. Contemple el amanecer
y decidí seguir ignorando.
Acido
Literal
No hay comentarios:
Publicar un comentario