lunes, 4 de abril de 2016

Los buenos nunca ganan (estúpidos idiotas XII)



Hay un par de cosas que nos intentan enseñar en la vida desde que somos niños, a ser responsables, a ser educados y a ser buenos. Este última es una idea generalizada en todos. Hay que ser buenos. Pero a medida que uno crece se va dando cuenta que hay un axioma que marca la marcha del mundo “los buenos nunca ganan”.
No se sabe a ciencia cierta si es que los buenos permanecen a la sombra de aquellos que han sabido manipular y ganar lo que se cree que haya que ganar en la vida, o si mueren demasiado rápido como para convertirse en malos.
Yo creo entender que es una cuestión de perspectivas. Sentado en el parque, en mi juventud previo a entrar en el nosocomio, veía todas las tardes a un abuelo llevando a su nieta, que lo miraba con total ternura y reía. La llevaba todas las tardes y era su devoción, se veía al viejo rejuvenecer con las risas de aquella niña. Una tarde, mientras esperaba verlos, paso por la plaza el ese viejecito que parecía una buena persona y, sin mediar ningún tipo de acontecimiento, pateo a un perro que tenía cerca. Una soberana patada. Solo porque sí. Entonces, donde había quedado aquel viejo bueno? No lo sé, pero me dejo pensando.


Recordaba entonces algunas ocasiones amorosas donde me habían declarado mis virtudes en cuanto a la bondad. Hasta me habían llegado a decir que era demasiado bueno para aquella persona, que se sentía compungida por no ser mejor o por no estar pasando por un buen momento. Sin embargo, aquella bondad mía no había sido suficiente para que se quedara a mi lado. Cualquiera pensaría que ser malo, un verdadero hijo de puta, hubiera sido suficiente para lograr que alguien se quedara, y así lo pensé de cierta manera.
Pero no es tan así, cuando me comporte como un hijo de puta, no tenía ganas de que esa persona se quedara. Ni siquiera era la menor importancia, me molestaba su presencia luego de conseguir lo que quería. Para peor, solía quedarme mal por no poder entregarle a aquella persona las virtudes que habían llevado a otras a decir que bueno. Entonces me di cuenta que no era tan bueno como pensaba, pero tampoco tan hijo de puta.
Es ahí donde me empiezo a preguntar ahora si existe de verdad el infierno. O el cielo. Todos lastimamos y somos buenos y malos a la vez. No podemos encerrar una sola parte de nosotros y negar la otra. Queriendo o sin querer lastimamos a otros, otros nos lastiman, pero seguimos y calificamos en blancos o negros.
Tal vez, al morir, nuestra alma se divida en dos partes y suframos en el infierno por nuestros actos malvados, mientras la otra parte es recompensada por nuestros actos  bondadosos. O por ahí la solución es morir antes de llevar a cabo actos que nos contaminen el alma de maldad. Mejor aún seria mantener una contabilidad sana entre actos malvados y bondadosos para llevar un equilibrio que nos deje en el medio. Por lo pronto, hoy hice mi acto bondadoso del día. Mañana golpeare a alguien sin razón para no perturbar el equilibrio del universo.
Acido Literal

No hay comentarios: